En aquella época nuestra economía familiar era austera, y lo de comprar discos era complicado. Encima no teníamos ni una mediocre cadena de música... Mi aparato era un radiocassette estéreo con poca potencia... Tras descubrir a Maiden con "Somewhere in time" un amigo mío adquirió "Seventh son..."... Madre mía qué recuerdos... Le pedí que me fotocopiara todo, la portada y las letras, que me grabase el disco en una TDK... el humo que echó aquella TDK... El sonido era tan distinto al disco anterior... pero era tan bueno... En apenas un par de semanas ya me sabía casi todas las canciones.
Recuerdo que en ese momento muchos heavies que habían descubierto el metal a través de Maiden, Priest o Scorpions empezaron a dejar a la Doncella de lado para abrazar el glam metal norteamericano: Mötley Crüe, Guns and Roses, Ratt, WASP... Era muy habitual escuchar que "Seventh son..." era más de lo mismo, que no aportaba nada ni a la música en general ni a Maiden en particular... Yo no estaba para nada de acuerdo, porque cualquiera que tuviera orejas era consciente de que "Seventh son..." era bien distinto de todo lo anterior de la Doncella, y por otro lado no había comparación posible entre los Maiden de 1988 con cualquier banda de rock americana, básicamente porque los estilos no coincidían. De hecho, al pasar los años, "Seventh son..." se ha ido consagrando no sólo como un gran disco de la Doncella, sino del metal en general, y junto a "Somewhere in time", álbum muy a tener en cuenta para entender el metal progresivo de los primeros '90.
Aún es el día de hoy que temas como "Moonchild", "Infinite dreams", "Can I play with madness", "The Evil that men do", o "The Prophecy" me hacen disfrutar exactamente igual que hace 25 años.