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“The Number of the Beast” cumple 35 años.

Desconectado Nomad 1978

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Tal día como hoy se ponía a la venta, hace ya 35 años, uno de los discos más emblemáticos del heavy metal de todos los tiempos: “The Number of the Beast”, el tercer disco de estudio de Iron Maiden. Poco más se puede decir que no se haya dicho ya de este álbum a lo largo de estos años. Los muchachos comandados por Steve Harris venían de hacer su primera gira internacional, cruzando el charco de la mano de Judas Priest (y en menor medida de UFO) para darse a conocer en USA, y viajando al Japón para promocionar “Killers”. Pero a pesar de que la banda comenzaba a asentarse en el panorama internacional, acababan de despedir a su cantante, Paul Di'Anno, que si bien no era un vocalista excepcional, sí era un frontman con carisma y presencia en el escenario, así como un elemento aparentemente indisoluble dentro de la fórmula que Harris había elaborado para hacer funcionar a la Doncella. Pesó en la decisión de prescindir del cantante su ritmo de vida, que amenazaba con destruir el futuro mismo ya no de sí mismo, sino de todo el grupo, lo cual fue palpable durante los últimos tramos del Killer World Tour.

Y llegó un tal Bruce Dickinson, Bruce Bruce para los fans de Samson (banda en la que se ocupaba de la parte vocal), y todo dio un vuelco. Sus primeros momentos con la banda no fueron fáciles; cantar los temas que había grabado Di'Anno, algunos de los cuales eran toda una institución para los fans acérrimos de la banda, no fue cosa sencilla. Hubo incluso un periodista musical británico que criticó al cantante durante sus primeros shows con Maiden, afirmando que las canciones sonaban como una sirena antiaérea... apelativo que ya siempre acompañaría a Bruce; lo que en principio se articuló como una crítica mordaz acabó por convertirse en una adjetivación positiva y que da fe del poder que Dickinson desplegaba, y aún despliega, sobre las tablas.

“The Number of the Beast” renunció a la crudeza de sus predecesores. Harris se caracterizaba por ser un músico inquieto que quería evolucionar, y con unas influencias que siempre habían dejado claro que Iron Maiden no era la típica banda de heavy rock. De hecho, su música era única, y ninguna banda sonaba como ellos, de igual forma que la Doncella no sonaba en absoluto como los otros iconos de la NWOBHM. La entrada de Dickinson abría todo un abanico de posibilidades que Harris aprovechó sin pestañear; “The Number of the Beast” fue un gran punto de inflexión, buscando un sonido más accesible al gran público de heavy rock, pero que a la vez no sonase comercial. Para ello tenía al aliado perfecto: Adrian Smith. Hoy nadie duda de la calidad y categoría como compositor del rubio guitarrista, pero durante años creo que estuvo bastante subestimado tanto por parte de los fans como por parte de la “prensa especializada”. Smith tenía un estilo y unas formas claramente blueseras, pero sus influencias musicales eran más amplias y diversas que las de Harris, lo que le permitía introducir en sus composiciones o en los arreglos los elementos más vanguardistas de entonces. No era un guitarrista que destacase por su técnica, algo que mejoró sensiblemente en los años posteriores, pero su capacidad para componer era sobresaliente, y creo que no hay tema en los discos clásicos de Maiden en el que haya participado Adrian que no sea una joya o un clásico.

Pero para rematar la ecuación, Dickinson se mostró también un compositor efectivo, aportando unas líneas melódicas hasta el momento inexistentes para la Doncella, y que a partir de “The Number of the Beast” fueron una de las marcas de la casa. Harris permanecía entonces en contacto directo con las musas, componiendo increíbles canciones en solitario como “Children of the Damned”, “The Number of the Beast”, “Run to the hills” y “Hallowed be thy name”. Smith cedió un tema antiguo de su etapa en Urchin para grabar un vibrante “22 Acacia Avenue”, y se asoció con Harris para alumbrar un temazo como “The Prisoner”. Dickinson, por cuestiones legales, no podía aparecer en los créditos, pero participó en la composición de “Children of the Damned”, “The Prisoner” y “Run to the hills”, canciones en las que, además de otras cosas, destacan las voces melódicas y los estribillos ganadores. Estos temas son los mejores del disco, y los que han perdurado en el tiempo como clásicos indiscutibles. “The Number of the Beast” nunca ha dejado los setlist desde la gira The Beast on the Road;  “Hallowed be thy name” apenas ha estado ausente, lo mismo que “Run to the hills”. Y cuando han recuperado durante los últimos años “Children of the Damned”, “The Prisoner” o “22 Acacia Avenue”, la gente literalmente enloquece.

“The Number of the Beast” fue el primer disco número uno de la banda, y todo un acontecimiento a nivel mundial. Musicalmente mostraba a una banda joven pero madura, con un estilo claramente diferenciado de todas las demás bandas de heavy rock del momento, y con unas expectativas para el futuro que no parecían tener techo. El diseño de Derek Riggs también revolucionó el mundo de las portadas de discos. Fue elaborado en principio para la portada de “Purgatory”, sencillo de “Killers”, pero Rod Smallwood, manager del grupo, decidió que era demasiado buen trabajo para desperdiciarlo en un single. El acierto no pudo ser mayor.

Bajo mi punto de vista “The Number of the Beast” no es su mejor trabajo. Creo que “Piece of Mind”, “Powerslave” o “Somewhere in Time” están mejor trabajados, mejor producidos, y mostraron la verdadera esencia de Iron Maiden a través de una serie de composiciones todavía más alejadas de lo que el global de bandas de heavy metal de los 80 ofrecían al público. Ahora bien, si lo valoramos desde la perspectiva de 1982, lo cierto es que para los fans del rock duro de la época este disco debió suponer todo un zambombazo: la música, la estética, y el directo de la banda eran totalmente auténticos y exclusivos, ofreciendo algo que nadie ofrecía.

Quizá “The Number of the Beast” fue el inicio de un camino que culminó con Iron Maiden constituyéndose no tanto en una de las mejores bandas de heavy metal de la historia, sino en una institución con estilo propio y único que trasciende al estilo en el que la Doncella desenvolvió su carrera. Pocas bandas de rock han sido capaces de hacer eso a lo largo del tiempo: The Beatles, The Rolling Stones, Black Sabbath, Led Zeppelin, AC/DC, Pink Floyd, Motörhead... Y encima lo han conseguido con total honestidad y sin comprometer su espíritu musical. “The Number of the Beast” fue elegido hace unos años como el disco más influyente en la historia del rock británico; no deja de ser una encuesta, pero algo significará cuando tantos miles de fans en el Reino Unido decidieron que así fuese.

Y ahora quizá haya llegado el momento, terminando el día, de desenfundar ese vinilo, de abrir la caja de ese CD, y dejarse llevar por los primeros acordes que invitarán a los vikingos a invadir tu casa.
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Desconectado BlackyMaiden22

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Mi disco favorito de la banda junto con Powerslave y Somewhere un time ,tremendo trabajo de Clive!